Debido al crecimiento empresarial experimentado por Gandaria en los últimos años surgió la necesidad de ampliar las instalaciones de la compañía tanto en las áreas de producción como en el resto de departamentos.
Gandaria decidió implantarse en el parque científico-tecnológico de Rabanales 21 en la capital cordobesa, en un entorno que favorece la generación de sinergias empresariales, emprendimiento e innovación en el desarrollo de sus productos, propiciado por la cercanía tanto física como laboral con el Campus Universitario de Rabanales de la Universidad de Córdoba.
Se ubica en una parcela estratégica de unos 30.000 m2, delimitada por las vías del AVE y por las vías de trenes de mercancías, lo que permitirá en un futuro la recepción de materia prima y la expedición de producto terminado a través de tren. Además, cuenta con una conexión directa con el centro de Córdoba, gracias a un apeadero de trenes de cercanías que se encuentra a unos 500 m, y al carril bici que pasa que conecta el Parque con la ciudad.
El conjunto se concibe como un entramado de jardines, zonas de descanso, aparcamientos de vehículos y bicicletas que enlaza la zona de fabricación de 10.000 m2 con la zona de oficinas de 1.400 m2.
La distribución del proceso productivo se ha realizado mediante una división horizontal en tres zonas, consistentes en área de recepción y almacenaje de materia prima, área de transformación, donde se ubican las líneas de perfilado, plegado y punzonado, y el área de posicionamiento y expedición de producto terminado.
La zona administrativa se ubica en un volumen exento con el aspecto de un silo que representa la imagen corporativa de la empresa, concibiendo el silo metálico como un elemento arquitectónico. El valor simbólico que identificará a la compañía adquirirá así un valor dominante, frente al resto de edificios que conformarán el parque tecnológico.
Exteriormente el edificio se concibe como un volumen de cuerpo cilíndrico terminado en forma cónica, con una fachada continua, cerrada y homogénea de zinc Anthra, perforado y ondulado con el aspecto propio de un silo de almacenaje de grano.
Austero en su aspecto exterior, presenta una imagen más cálida en su interior, donde la luz, la espacialidad y la trasparencia interior dialogan con la envolvente metálica.
Los pocos materiales usados en el interior, potencian estas cualidades, pretendiendo con su uso una atmósfera acogedora y confortable.
Paramentos blancos, color que mejor recibe la luz solar, particiones transparentes para que la entrada de la luz esté partícipe en todos los rincones y la calidez de la madera en los suelos y paredes.
El vacío central se convierte en el corazón del proyecto, actuando, no solo como protagonista espacial, sino como centro térmico del edificio, permitiendo controlar los ciclos de ventilación natural.
Gracias al óculo central la iluminación natural que entra por el lucernario es la que se encarga de definir cada espacio.
Este vacío culmina en la planta semisótano en una zona blanda de materiales naturales, agua y vegetación, permitiendo una fusión entre exterior e interior.
El complejo es obra del estudio cordobés LMV Arquitectos, contando en la ejecución con la participación de numerosas empresas locales.
Esto es un paso más en el éxito de una empresa cordobesa que inició su andadura en 1975, y permanece en una línea de desarrollo e innovación continua.
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